Por Ps. Rodrigo Farías Veloso

Director Psicología El Rincón Bariátrico

En las interacciones diarias con nuestra familia, parejas y relaciones sociales, a menudo nos enfrentamos a desafíos que nos llevan a preguntarnos cómo ser más asertivos y establecer límites saludables. Para comprender mejor estas dinámicas y encontrar respuestas, podemos recurrir a una poderosa herramienta psicológica conocida como el ANÁLISIS TRANSACCIONAL. Desarrollado por el reconocido psiquiatra Eric Berne, el análisis transaccional ofrece una lente única para examinar nuestras interacciones sociales y emocionales, y también para entendernos mejor a nosotros mismos.

Eric Berne, en su obra revolucionaria «Juegos en que Participamos» y otros libros relacionados, nos presenta los conceptos clave del análisis transaccional. Una de las facetas intrigantes de esta teoría es la comprensión de los diferentes tipos de «niño» que existen dentro de cada persona. Cada uno de estos «niños» tiene un papel crucial en nuestras interacciones y en la forma en que establecemos límites y nos comunicamos con los demás.

¿Qué es el Análisis Transaccional y para qué puede servirme?

El análisis transaccional es una teoría psicológica que ofrece una comprensión profunda de cómo interactuamos y nos relacionamos con los demás. Esta teoría sugiere que cada individuo tiene tres estados del yo: Padre, Adulto y Niño, que influyen en nuestras respuestas y comportamientos en las interacciones sociales.

1. El estado del Padre se divide en dos tipos: el Padre Nutritivo y el Padre Crítico. El Padre Nutritivo representa la parte de nosotros que ofrece cuidado, apoyo y orientación positiva a los demás. Por otro lado, el Padre Crítico refleja la parte crítica y exigente que puede manifestarse a través de críticas, juicios y reglas estrictas.
2. El estado del Adulto es el estado racional y objetivo que nos permite tomar decisiones basadas en la realidad y en la información disponible en el presente. Es el estado del yo responsable y equilibrado.
3. El estado Niño, se describen tres tipos de «niño» que representan diferentes aspectos de nuestra personalidad y comportamiento. Estos son:
   1. Niño Adaptado: El niño adaptado es aquel que se conforma y obedece a las expectativas y demandas de los demás. Tiende a comportarse de manera sumisa, buscando aprobación y evitando el conflicto. Puede tener dificultades para expresar sus propias necesidades y emociones, y tiende a ceder ante los demás en lugar de defenderse.
   2. Niño Rebelde: El niño rebelde es el opuesto del niño adaptado. Es aquel que desafía las normas y busca la independencia a toda costa. Puede mostrarse resistente, desafiante e impulsivo. Tiende a actuar sin considerar las consecuencias y puede reaccionar con agresividad o rebeldía ante situaciones que percibe como injustas.
   3. Niño Libre: El niño libre es aquel que representa nuestra autenticidad, curiosidad y espontaneidad. Es el aspecto de nosotros mismos que disfruta del juego, la creatividad y la exploración. El niño libre es capaz de expresar emociones de forma natural, sin inhibiciones. Es un estado en el que nos sentimos conectados con nuestra esencia más genuina y sin las limitaciones impuestas por el mundo exterior.

Los estados del Yo del Análisis Transaccional

El conocimiento del análisis transaccional puede ayudarnos a reconocer patrones en nuestras relaciones familiares, de pareja y sociales al identificar qué estados del yo están predominando en cada interacción. Esto nos permite comprender cómo nuestras respuestas pueden estar influenciadas por el Padre Crítico o el Niño Adaptado, por ejemplo, y cómo esto puede afectar nuestra capacidad para ser asertivos.

Al ser conscientes de estos patrones, podemos trabajar en desarrollar nuestro estado del Adulto, que nos permite ser objetivos, racionales y asertivos. Podemos aprender a reconocer y desafiar los pensamientos y comportamientos limitantes asociados con los estados del yo menos deseables. Al desarrollar una comunicación asertiva desde nuestro estado del Adulto, podemos establecer límites saludables, expresar nuestras necesidades y deseos de manera clara y respetuosa, y construir relaciones más equilibradas y satisfactorias.

En el análisis transaccional, se considera que las transacciones entre las personas pueden ser simétricas o asimétricas. Las transacciones simétricas implican una interacción equilibrada, donde ambos participantes se encuentran en un nivel similar de poder y autonomía. Por otro lado, las transacciones asimétricas se caracterizan por una relación desequilibrada, donde uno de los participantes asume un rol dominante o controlador, mientras que el otro adopta un rol sumiso o dependiente.

Ejemplos simples de interacciones entre los distintos sistemas.

Cuando las interacciones se vuelven rígidas y se establecen patrones de comunicación y comportamiento inflexibles, se dificulta la posibilidad de establecer relaciones saludables y satisfactorias. Las relaciones asimétricas y rigidizadas pueden generar conflictos, frustración, resentimiento y falta de satisfacción emocional.

Además, el análisis transaccional sugiere que estas dinámicas relacionales pueden influir en la aparición y el mantenimiento de enfermedades mentales. Las relaciones rigidizadas pueden dar lugar a patrones de comportamiento disfuncionales y limitantes. Por ejemplo, una persona que ha experimentado relaciones asimétricas en su infancia puede adoptar un rol sumiso y complaciente en sus relaciones adultas, evitando expresar sus necesidades y deseos por temor al rechazo o al conflicto.

El análisis transaccional propone que la toma de conciencia de estas dinámicas relacionales y la exploración de los roles que desempeñamos en nuestras interacciones pueden ser fundamentales para el crecimiento personal y la mejora de nuestras relaciones. Al comprender cómo las relaciones asimétricas y rigidizadas pueden influir en nuestra salud mental, podemos comenzar a desafiar y cambiar estos patrones negativos.

A través del análisis transaccional, se busca fomentar relaciones más equitativas, donde se promueva la comunicación abierta, el respeto mutuo y la negociación de necesidades y límites. Al romper con los patrones asimétricos y rigidizados, se abre la posibilidad de establecer relaciones más saludables y satisfactorias, basadas en la autonomía, la colaboración y el apoyo mutuo.

Ejemplo 1: Transacción entre Madre nutritiva y Niña Adaptada genera «hábitos obesogénicos».

Imaginemos una familia compuesta por una madre, María, y su hija adolescente, Laura. María, consciente de la importancia de proporcionar amor y cuidado a su hija, adopta el rol de madre nutritiva en el análisis transaccional. Y siendo consecuente con este rol, le regala dulces cada vez que llega tarde a casa luego de trabajar, para compensar el no haber estado con ella. También, cada vez que la niña llora, le regala un chocolate para calmar su pena. Sin embargo, sin darse cuenta, ha desarrollado un hábito de alimentación excesiva y compulsión por los dulces, lo cual ha contribuido a que Laura tenga problemas de peso y se encuentre en una situación de obesidad.

Pese a lo evidente del problema, cada vez que María ve a Laura, su «niña», experimentando emociones negativas como tristeza o estrés, su impulso maternal instantáneo la lleva a ofrecerle comida reconfortante como una forma de consuelo. La madre nutritiva busca satisfacer las necesidades emocionales de Laura a través de la comida, ya que esta ha sido una dinámica establecida a lo largo del tiempo.

Aunque inicialmente Laura se siente reconfortada, con el tiempo esta dinámica genera un patrón de alimentación excesiva y la compulsión por los dulces se convierte en una respuesta automática ante cualquier situación emocionalmente desafiante o frustrante.

Aunque inicialmente se siente reconfortada, con el tiempo esta dinámica genera un patrón de alimentación excesiva y la compulsión por los dulces se convierte en una respuesta automática ante cualquier situación emocionalmente desafiante.

Para romper este patrón y fomentar una relación más saludable con la alimentación, es necesario tomar conciencia de estas transacciones y roles establecidos y rigidizados. Ambas deben aprender a tomar el rol de «Adultas». María puede comenzar a explorar alternativas más «adultas» o «simétricas» para proporcionar apoyo emocional a Laura, como ofrecer escucha activa, comprensión y afecto, en lugar de recurrir automáticamente a la comida como solución. Al mismo tiempo, Laura puede comenzar a identificar sus propias emociones, reconocerlas como displacenteras, y buscar formas más saludables de afrontarlas, como hablarlas abiertamente con su madre o calmar el estrés desarrollando estrategias de afrontamiento eficaces: relajación, atención plena o resolviendo las causas de su estrés.

Ejemplo 2: Transacción entre Padre Crítico y Niña Adaptada genera una depresión

Imaginemos a una pareja conformada por Juan, María y sus dos hijos. En emilia, Juan asume el rol de un padre crítico, y constantemente critica a su esposa María por su apariencia física y la acusa de estar gorda, de ser una mediocre y una floja. Él no se da cuenta, pero sólo está repitiendo la actitud de sus padres, cuando de pequeño le criticaban su mediocridad en los estudios. Estas interacciones pueden ser analizadas desde la perspectiva del análisis transaccional para comprender cómo afectan la dinámica familiar y la salud emocional de los miembros involucrados.

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En esta situación, Juan se encuentra en una posición de poder y control, adoptando el rol de un padre crítico. Sus comentarios negativos sobre el peso de María generan un ambiente asimétrico y desequilibrado en la relación. María, por otro lado, puede reaccionar asumiendo el rol de una hija sumisa, sintiéndose avergonzada y disminuida por las críticas constantes de su esposo. Siendo incapaz de responderle, pues esta interacción le despierta una parálisis psicológica y el pánico de ser abandonada, pues le recuerda cuando su madre la criticaba amargamente por lo mismo.

Desde la óptica del análisis transaccional, se puede observar cómo estas transacciones asimétricas y rigidizadas pueden tener consecuencias emocionales y afectar la autoestima y la salud mental de María. Las críticas constantes erosionan su confianza en sí misma y la hacen sentir inadecuada y poco valorada. Esta dinámica puede llevar a María a desarrollar problemas de autoimagen negativa, baja autoestima y posiblemente desencadenar trastornos de la alimentación o depresión.

El análisis transaccional nos invita a examinar estas dinámicas familiares y trabajar en la transformación de los roles y las interacciones. En este caso, sería importante que Juan tome conciencia del impacto negativo de sus críticas y asuma un rol más empático y de apoyo hacia su esposa. A su vez, María necesita fortalecer su autoestima y establecer límites claros respecto a los comentarios hirientes de su esposo.

La comunicación asertiva: Interacción simétrica de «Adulto a Adulto»

Cuando nos comunicamos desde el estado del yo «Adulto», adoptamos un enfoque equilibrado y maduro en nuestras interacciones. Nos volvemos más conscientes de nuestras emociones y reacciones, y somos capaces de responder de manera reflexiva y respetuosa. Esto nos permite establecer límites saludables, expresar nuestras necesidades y opiniones de manera clara y sin agresividad, y escuchar activamente a los demás.

Al aplicar el análisis transaccional, podemos reconocer cuándo estamos interactuando desde estados del yo desequilibrados, como el estado del yo Padre crítico o el estado del yo Niño impulsivo. Por ejemplo, si alguien nos critica y respondemos desde nuestro estado del yo Niño, podemos reaccionar de manera defensiva o agresiva, sin considerar las consecuencias de nuestras palabras.

Sin embargo, al tomar conciencia de nuestros estados del yo y practicar la comunicación desde el estado del yo Adulto, podemos elegir respuestas más maduras y asertivas. Por ejemplo, si alguien nos critica, podemos pausar, reflexionar y responder desde una perspectiva racional y calmada. Podemos expresar nuestras preocupaciones o desacuerdos de manera respetuosa, estableciendo límites claros y buscando soluciones constructivas.

El análisis transaccional nos brinda las herramientas necesarias para desarrollar habilidades de comunicación asertiva, promoviendo el respeto mutuo y la resolución de conflictos de manera saludable. Al adoptar el estilo de interacción «adulto-adulto», podemos construir relaciones más satisfactorias y auténticas, en las que podamos expresar nuestras necesidades y opiniones de manera efectiva, mientras también escuchamos y respetamos las perspectivas de los demás.

Ejemplo 3: Respuesta asertiva de una esposa «Adulta» a un esposo «Padre Crítico»

Marido (desde el estado Padre Crítico): «Siempre estás comiendo y no haces nada para perder peso. Estás cada vez más gorda.»

Esposa (desde el estado del yo Adulto): «Entiendo que tengas preocupaciones sobre mi peso, pero me gustaría que hablemos de este tema de manera respetuosa. Creo que hay formas más constructivas de abordar este asunto.»

Marido (desde el estado Padre Crítico): «Pero es que te estás descuidando. Deberías hacer ejercicio y comer menos.»

Esposa (desde el estado del yo Adulto): «Aprecio tu preocupación por mi salud y apariencia, pero me gustaría que comprendieras que mi peso es un tema sensible para mí. Me gustaría que me apoyaras en lugar de criticarme. ¿Podemos buscar juntos soluciones saludables en lugar de señalarme constantemente?»

En este ejemplo, la esposa responde de manera asertiva y desde el estado del yo Adulto. En lugar de reaccionar defensivamente o atacar al marido, reconoce sus preocupaciones, establece límites claros y busca una comunicación respetuosa. También propone una alternativa más constructiva, invitando al marido a ser un apoyo en lugar de un crítico. Esta respuesta sana y adulta fomenta la apertura para una conversación más productiva y fortalece la posibilidad de encontrar soluciones conjuntas en lugar de perpetuar una dinámica de crítica y conflicto.

Conclusión

El Análisis Transaccional nos ofrece una herramienta poderosa para comprender nuestras interacciones y promover la comunicación asertiva.

Al examinar los diferentes estados del yo y las transacciones en nuestras interacciones, podemos identificar patrones y dinámicas disfuncionales que pueden afectar nuestra salud emocional y mental.

Y al adoptar el estilo de interacción «adulto-adulto», podemos cultivar relaciones más equilibradas y saludables, donde prevalezca el respeto mutuo, la empatía y la resolución constructiva de conflictos. Al desarrollar nuestras habilidades de comunicación desde el estado del yo Adulto, nos empoderamos para establecer límites saludables, expresar nuestras necesidades y opiniones de manera clara y asertiva, y construir relaciones más satisfactorias en todas las áreas de nuestra vida.

El análisis transaccional nos invita a reflexionar sobre cómo nos relacionamos con los demás y ofrece herramientas prácticas para mejorar nuestras interacciones y enriquecer nuestra vida interpersonal. Al poner en práctica estos principios, podemos lograr una transformación profunda en nuestras relaciones y en nosotros mismos.

También, a través de la terapia familiar o de pareja basada en el análisis transaccional, la familia o pareja puede explorar nuevas formas de comunicarse y relacionarse entre sí. Esto implica promover la comunicación abierta, el respeto mutuo y la valoración de la individualidad de cada miembro. Se pueden establecer acuerdos para fomentar un ambiente más saludable y libre de críticas destructivas, donde se promueva el apoyo emocional y el cuidado de la autoestima de todos los miembros de la familia.

Buscando ayuda

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Bibliografía

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